Y
se llamaban Mahmud y Ayaz,
y tenían tan solo 17 años,
y fueron ahorcados un 19 de
julio.
No lo olvidemos.
Su historia debía haberse
escrito
con otros titulares, con
otras fotografías.
Pero no fue así.
Llegaron llorando a la
plaza.
En la furgoneta de su
angustia,
llorando las lágrimas que
no derramarán de viejos.
(Como tantos otros, yo he
visto las fotografías).
Y llegaron como dos
cachorros asustados,
temblando entre el frío de
tantas miradas,
ante el abismo del final de
su vida
antes incluso de haber
intentado imaginarla.
Y se llamaban
Mahmoud y Ayaz
Amargord, 2012
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